SENTIMIENTOS (DES)ENCONTRADOS

SENTIMIENTOS (DES)ENCONTRADOS(1)



Mis letras son para usted.  

Nunca pensé hacerlo, no quise que mis escritos fueran manchados por tan desafortunados momentos, pero mi alma me lo pide a gritos, la vida me obliga a decir lo que pienso y siento, porque si no, estos gritos terminarán ahogándola inevitablemente.

Usted es un ser hipócrita, humillador, déspota, atrevido y un perfecto idiota que goza de la situación de poder que le da esta sociedad patriarcal y machista.

Usted destrozó en mi todo ese ánimo que tenía por vivir, por aprender, por gozar, por preguntar, por descubrir este mundo. Tan sólo era una niña cuando usted llegó a irrumpir esa tranquilidad que tenía mi vida, mi deseo sólo era aprender, pero se aprovechó de mis gustos personales y empezó poco a poco a crear algo que hasta el momento era muy ajeno a mí: el miedo.

Miedo a no ser suficientemente buena, miedo a equivocarme, miedo a preguntar, miedo a responder, miedo a ser yo. Al parecer, usted nunca estaba contento con lo que yo hacía o decía por más que me esforzara en igual o mayor medida que los otros. No sé por qué estaba esperando eso, supongo, porque esta sociedad nos enseña a rendir cuentas a quienes supuestamente son superiores a nosotras. ¡Vaya que estaba equivocada! Me esforcé terriblemente por cumplir expectativas que no eran mías y que me hacían daño. Me da rabia conmigo misma ¿Cómo pude permitirlo? ¿Cómo pude fallarme? ¿Cómo pude desviarme por cumplir irracionalmente sus deseos académicos?.

No entiendo qué pasó, el porqué lo he buscado durante casi 7 años y sólo me queda de culpable, el tipo de sociedad que vivimos, donde la educación más que ser una herramienta transformadora para el bien de la misma, es una replicadora de prácticas que van contra todo lo que ha creado como “inferior a”, cómo lo son los pobres, las mujeres y la naturaleza. Esta sociedad nos esclaviza a todo aquello que suponga inferioridad sin serlo realmente. No nos enseñan la igualdad, la equidad, el equilibrio de todos los seres que habitamos este mundo. Es por esto que tanto usted, como yo, como la sociedad somos culpables de estos sentimientos desencontrados que tengo: usted y yo asumimos un rol que la sociedad impone: usted como opresor y yo como oprimida.

Lo peor de todo es que sabía que las cosas no estaban bien, que me incomodaban y molestaban, pero seguía ahí como si hiciera parte de la normalidad esa anormalidad, pero su rol lo había asumido demasiado bien, tanto que yo creía que su verdad era la única, la que debía obedecer con los ojos cerrados. Ahora bien, lo que más me molesta es que usted no contento con afectar mi equilibrio emocional y académico, quiso sobrepasar mi intimidad, esa que hasta yo desconocía. Eso fue tal vez el mayor de los detonantes de este desafortunado recuerdo ¿Cómo era posible? ¿Acaso yo le había dado tal confianza?, ese punto de quiebre fue necesario para decir ¡NO MÁS! y así fue, con todo el miedo del mundo, denuncié tal episodio para llegar a otras instancias superiores a usted, pero como si fuera poco, su poder había permeado ese poder superior ¿Qué podía hacer yo? Luchar contra dos poderes era una misión imposible, tal valentía inicial se fue a un abismo sin fondo.

Ese momento crucial para defenderme no lo pude aprovechar cómo quería, esa alianza no la imaginé y dejé como vilmente se confabularon para hacer pedazos mi alma y mi dignidad: “Loca y necesita un psicólogo” fueron las conclusiones de ese encuentro, pero eso no fue lo que más me dolió:  mirándome fijamente, pronunciando mi nombre y delante todos los asistentes preguntaba ¿En qué momento había sido malo conmigo? que siempre tuvo en cambio, buen trato y respeto hacia mí, y yo me pregunto ¿Todo lo que me hizo qué era?, ¿Cómo nombrarlo?, justamente todo lo contrario que argumentó. Pero me sentía indefensa, sola, débil, sin fuerzas y no pude defenderme, no hablé, no hice nada, sólo agache la cabeza como quién acepta algo, pero no era así, no sabía cómo levantarme y enfrentarme.

¿Dónde enseñan eso? De ahí decidí huir, sentí que otro espacio me traería la tranquilidad que necesitaba, pero no me sirvió. Hasta ahora me sigo preguntando lo mismo ¿Qué hubiera paso si lo hubiera hecho? ¿Fueron correctas mis decisiones? Usted logró que yo me fallara de tal manera que la vida me lo recuerda a cada instante. Ahora sólo me queda aceptar mi pasado y transformar mi presente. Me equivoqué, no debí estar en silencio, debí seguir con mi lucha y no dejarla en medio del camino, pero no me arrepiento de haber iniciado ese proceso inconcluso, así me quitara mil oportunidades, de alguna forma me protegí de más desequilibrios mentales por parte de un desconocido como usted, no quería estar cerca, no resistía verlo, a usted y a la gente a su alrededor que se burlaba de mí al creer en su palabra más que en la mía: una niña desagradecida que se inventó una historia para manchar su buen nombre.

En estas letras sólo quiero reivindicar lo que callé: Usted es alguien que se cree autosuficiente, que puede con todo cuando no es así. Usted es un egocéntrico que piensa que el mundo gira a su alrededor. Usted es una persona que no valora ni le sirve todo lo que venga de otros, yo valía y valgo como persona, como mujer, y como investigadora. Seguí mi camino tratando de forjar un presente más fiel a mis convicciones y así fue que logré más de lo que esperaba; sin embargo, tal episodio en mi vida hizo que aún se me sigan presentando situaciones similares que debo enfrentar, pero no de la misma manera, ahora gracias a aquellas personas que me rodean, mi pareja, mis amigos y un proceso formativo en la Red Ambiental y Cultural Juvenil Intercorregimental —REDAJIC—, he aprendido a denunciar todo aquello que me afecta como mujer y como persona: defenderme en todo momento ante cualquier violación de mis derechos. Aunque debo aceptar que me falta quererme tal cómo soy, así valoro lo que hago, digo y pienso, así no piense que tal vez estará de alguna forma mal, incompleto o inoportuno, o qué sé yo.

Por eso usted me hizo tanto daño, aumentó una timidez eterna a la que soy ajena. No quiero seguir con su sombra, con su persecución, con su indiferencia hacía lo que fui, con su desprecio, con su arrogancia, con su deshonestidad, con su machismo. Por último, sólo quiero decirle a usted que ahora soy todo lo que nunca creyó que sería, a pesar de todo siento que logré lo imposible y seguiré trabajando por desaparecer aquellas semillas malditas que sembró de miedos injustificados en mi alma.
No más llorar cómo diría Natalia Lafourcade
FdF.
Anónimo

Medellín, 2017

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1. Este artículo fue escrito por una participante de la REDAJIC. 

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